
Pasemos revista, pues, a los argumentos que he
compilado durante las interminables discusiones que otras personas y yo tuvimos
sobre este tema.
Primera objeción:
Libertad negativa y positiva.
Tu
tesis adolece de la confusión esencial de la que adolece toda la literatura
socialista: La de confundir libertad negativa y positiva, “libertad de” y “libertad
para” o, si se prefiere, libertad de la coacción y libertad de la necesidad. La
única libertad que la sociedad y su organización jurídica deben preservar y
defender es la libertad negativa, la libertad con respecto a la coacción de las
otras personas. No somos libres con respecto a la necesidad o a las leyes de la
naturaleza y, si la sociedad, mediante medios políticos, intentara dotarnos de
libertad positiva, con seguridad terminaría atropellando nuestra libertad
negativa. Yo puedo estarme muriendo de hambre y sed en el desierto y ser
plenamente libre, tener libertad negativa. Esaú no es libre con respecto a la
naturaleza, no posee libertad positiva, pero no es vasallo ni esclavo de su
hermano. Es un hombre libre.
Esto es como decir que,
como el intercambio señalado no encaja con la definición de intercambio
extorsivo proporcionada por Rothbard, no puede ser un intercambio extorsivo.
Precisamente lo que estamos discutiendo es si la definición de Rothbard y sus
colegas no resulta insuficiente, si la alarma no salta y dice “¡Prrr! ¡Falso
positivo!” cuando detecta un intercambio de este tipo. Con respecto a libertad
negativa y positiva, es verdad que son cosas distintas, pero me temo que, en
este punto, los socialistas son bastante más realistas que los liberales. Son
cosas distintas pero están íntimamente relacionadas, la frontera entre las dos
dista mucho de ser clara. Y esto es así por que la coacción, la violencia
humana, se ejerce mediante la necesidad, mediante nuestra sujeción a la
naturaleza. Es muy fácil demostrarlo: ¿Cuál es la forma más simple de ejercer
coacción? A golpes. Pues bien, es obvio que, si no fuésemos seres materiales
capaces de reaccionar a los golpes con sensaciones de dolor, nadie podría
coaccionarnos de este modo. Yendo más lejos, si no tuviésemos cuerpo ni
necesidades, si fuésemos absolutamente libres con respecto a las leyes de la
naturaleza, seríamos, también, absolutamente libres con respecto a cualquier
otra cosa, incluyendo las leyes e instituciones humanas. De lo cual se sigue
que el reclamo socialista por la libertad positiva como condición y complemento
de la negativa está mucho más cerca de la verdad que las frías abstracciones
liberales. La libertad positiva no puede ser perfecta ya que la perfección no
es de este mundo. Luego, la libertad negativa tampoco puede serlo y, en
realidad, cuidando una se cuida la otra.
Segunda objeción:
Suprimamos a Jacob.
Supongamos
que Esaú se está muriendo, realmente, de hambre. Supongamos que encuentra que
el campamento se ha mudado o que una tribu salvaje de bandidos lo atacó y mató
a todos sus pobladores, Jacob incluido. ¿Qué ocurriría entonces? Que Esaú se
moriría de hambre. Luego, no puede ser Jacob la causa de la muerte de Esaú por no darle el plato de lentejas. Para que lo fuera, al suprimirlo, Esaú
debería salvarse. Con un simple experimento demostramos lo absurdo de tu tesis.
Supongamos que Esaú
encuentra una olla humeante y una mesa servida. Supongamos que, al intentar acercarse
a la misma, encuentra que una gran zanja, llena de alacranes y serpientes
venenosas, le impide llegar y que no hay forma de rodearla. Entonces, Esaú
muere. ¿No es verdad que consideraríamos que esa zanja es causa de la muerte de
Esaú ya que le impidió salvarse? En el caso que nos ocupa, la situación es
exactamente la misma, sólo que nos confunde el hecho de que la salvación y el
obstáculo provienen del mismo origen. Jacob es, al mismo tiempo, el proveedor
de la olla y el constructor de la zanja. Luego, al no ayudar con sus lentejas,
estaría matando a su hermano y, al condicionar su ayuda, está realizando,
implícitamente, una amenaza.
Tercera objeción:
Causas y efectos físicos.
Un
hecho físico, como la muerte de Esaú, no puede tener una causa no física. Jacob
no podría ser culpable de la muerte de su hermano si no le entregara las
lentejas ya que no existe la menor relación de causalidad física (es decir, la
única causalidad posible) entre su cruzarse de brazos y la muerte de Esaú.
Si esta doctrina se
hubiese seguido, por ejemplo, en los Juicios de Nuremberg, se hubiese llegado a
conclusiones sorprendentes. Se hubiese establecido el principio de absolución
para todos los jerarcas nazis ya que, por lo menos en general, ninguno de ellos
apretó el gatillo ni accionó los controles de las cámaras de gas. Pero dar una
orden es provocar su ejecución y, por lo tanto, una orden es una causa y una
ejecución un efecto, aunque no haya una relación de causalidad física entre la
emisión verbal de ondas sonoras, por un lado, y el movimiento muscular de
apretar el gatillo, por el otro. Sí existen causas no físicas para efectos
físicos.
Cuarta objeción: La
nada no puede ser causa de nada.
Jacob,
al cruzarse de brazos y no entregar las lentejas, no podría ser causa de la
muerte de Esaú, ya que ese cruzarse de brazos es una abstención, una inacción,
un no hacer… En suma, no es nada, y la nada no puede ser causa de nada.
En ese caso, Gandhi,
Thoreau y Martin Luther King habrían sido unos chiflados y una huelga o una
campaña de desobediencia civil no podrían, jamás, tener la menor posibilidad de
lograr absolutamente nada. El movimiento se demuestra andando. La inacción puede
tener efectos, ya que interrumpe algo que se venía dando o elimina otro posible
desenlace de la situación.
Quinta objeción: Jacob
no creó la situación.
Hay
coacción, extorsión o violencia sí y sólo sí el extorsionador ha creado las
circunstancias que le permiten ejercer su extorsión. Jacob no tiene la culpa de
que Esaú se esté muriendo de hambre, es el último eslabón de una cadena causal.
Esto es dar una
definición “a medida” para absolver a Jacob. Es como si, discutiendo sobre si
el ornitorrinco es un mamífero o un ave, alguien dijese: “Por definición, un
mamífero es un animal que no pone huevos, por lo tanto, el ornitorrinco no
puede ser un mamífero”. La verdad es que la mayoría de los propietarios de esclavos
no crearon la institución de la esclavitud, sólo se aprovecharon de ella, que
ya existía. No es culpa de los maridos golpeadores que las mujeres tengan menos
fuerza muscular que los hombres. No es culpa, por último, de ningún tirano el
hecho de que seamos mortales y poseamos instinto de supervivencia.
Sexta objeción: ¿Dónde
empieza uno y termina el otro?
El
problema con tu tesis es que, de acuerdo a la misma, siempre estaríamos
coaccionando o extorsionando. Cuando vamos al mercado y efectuamos eso que se
llama un regateo, aprovechamos la necesidad del comerciante del mismo modo que
éste se aprovecha de la nuestra. ¿No estaríamos actuando, entonces, como Jacob?
¿No seríamos todos asaltantes, extorsionadores, invasores de la libertad del
otro?
Existen situaciones
que, a veces, son difíciles de distinguir de otras. Son lo que podemos
denominar “realidades de contornos difusos”. Es un problema especialmente
espinoso porque, a veces, se trata de una realidad aceptable y otra
inaceptable.
Veamos, por ejemplo, el
caso del “abuso o acoso verbal”. Se trata de un patrón de conducta repetido en
el que uno o más sujetos molestan mediante insultos, sarcasmos, indirectas y
vejaciones diversas a otro u otros, causándoles un daño emocional (depresión,
problemas de autoestima, etc. Y, por cierto, generalmente a los sujetos los une
alguna clase de vínculo).
Sin embargo, ¿no es
cierto, acaso, que, muchas veces, tanto entre amigos como entre simples
conocidos nos insultamos, hacemos bromas gruesas, etc. y nadie lo toma a mal?
Estamos, en este caso, ante una realidad de contornos difusos. Cuando vemos
casos extremos la diferencia está clara (no es lo mismo empujar al borde del
suicidio a un chico con burlas las 24 horas del día sobre su amaneramiento que
saludar a un amigo diciéndole “¡qué hacés, transexual!”), pero existe una zona
central donde la frontera es difícil de definir. ¿Dónde termina la simple broma
y dónde comienza el acoso?
Sin embargo, ningún
psiquiatra, psicoterapeuta, psicoanalista o psicólogo de ninguna escuela
deducirá, por ello, que el abuso verbal es un invento ideológico, una fábula y
algo que no existe. La razón para ello es que en psicología no existen
intereses creados ni se ha formado un lobby
de acosadores pagando “intelectuales” que justifiquen su conducta.
Por el contrario, en
economía y política, no pasa eso. La coacción o coerción económica, chantaje
económico, explotación, intercambio envenenado, extorsión sutil o como quieran
llamarla es una realidad similar. Hacia los extremos es clara. No es lo mismo
imponer –sí, imponer- condiciones que matan poco a poco a un trabajador aprovechándose
de que está medio muerto de hambre que, simplemente, aprovechar la liquidación
de fin de temporada para pedir un descuento. Pero, también en el centro, la
cosa se complica. ¿Dónde termina el intercambio voluntario –aunque con
“vivezas” que, de todos modos, no son demasiado honorables- y comienza la
coacción?
Por eso, la crítica al
capitalismo es más complicada que al feudalismo o al esclavismo. Por que la
forma de extorsionar al prójimo es más sutil y delicada. O, por así decirlo,
está basada en la astucia más que en la fuerza. O es la trampa que se comete
una vez hecha la ley. O es manipular la letra de la ley para violar su espíritu. (1)
Volviendo al ejemplo
del acoso verbal:
1)Un marxista
prohibiría hablar.
2) Un liberal diría que
el problema no existe y que el acosado es feliz y "sale ganando".
Incluso si se suicida.
Séptima objeción: No
discutiré temas morales.
Es
irrelevante la discusión sobre temas morales. Yo discuto sobre economía y
política. Sé que quieres empantanar la discusión y llevarla al terreno moral
para disimular tu falta de preparación.
Lo gracioso de esto es
que la persona lo dice cuando ya se respondió a todos sus anteriores argumentos.
Si ésta es una discusión moral y esta persona no discute sobre temas morales,
¿por qué no lo dijo desde un principio? ¿Será que, mientras puede confundir,
embarrar y oscurecer no tiene problemas en discutir sobre moral ni sobre cocina
pero, cuando la cosa comienza a aclararse, entonces huye de la luz y se refugia
en las tinieblas? Polemistas así nos recuerdan a Azatoth, el ciego e idiota
Sultán de los Demonios en la mitología de ese loco genial que se llamó Howard
Philips Lovecraft: Sólo pueden reinar en medio de la confusión, rodeados de la
innoble adulación de diablejos y bufones salidos de una grotesca pesadilla.
Dejemos de lado,
también, que quien así se expresa parece transmitir la idea de que los
inteligentes hablan de política y economía y los tontos hablan de moral. No
importa que prácticamente todos los grandes filósofos hayan abordado temas
morales, incluso desde una perspectiva amoralista. Todos debían ser unos
zopencos a su lado.
La verdad es que,
aunque he dicho que esta clase de intercambios son “éticamente incorrectos” y
aunque también he formulado algunos juicios de valor sobre la conducta jacobea,
ambas cosas son, en buena cuenta, accesorias. No se trata acá de si la
extorsión es pecado, delito u otra cosa, si es buena o mala, justa o injusta.
Se trata, simplemente, de si, en determinados casos de los cuales esta leyenda
bíblica es el paradigma, existe extorsión. Y “extorsión” no es un juicio de
valor: Es la descripción de un hecho.
Aparte de eso, la
economía y la política pueden ser ciencias neutrales en tanto que se limiten a
describir los hechos. Pero, desde que comienzan a sugerir lo que se debe hacer,
adoptan una postura moral y, por lo tanto, arbitraria. Y aquí hay que señalar
algo: No hay ninguna razón por la que unos índices macroeconómicos saneados
sean un parámetro más objetivo que cualquier otro
-como
el respeto a la dignidad de la persona, por ejemplo- para indicar el carácter positivo o
negativo de una política. En toda política se adopta un valor o una escala de
valores y tal elección es, finalmente, arbitaria.
(1) Bien puede decirse que Jacob ha cometido el crimen perfecto. Un hombre extorsiona a otro hombre y no deja de extorsionarlo hasta la muerte. Un hombre asesina a otro hombre en plena vía pública a la vista de todos, pero ningún abogado puede definir el hecho y ningún policía puede detenerlo. Como en el poema de Alberti, "Nick Carter no entiende nada". Ni Nick Carter ni Hércules Poirot ni Philip Marlowe, ¡ni el mismísimo Sherlock Holmes!