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Isla de la Tortuga
"Aquí las capas son sayos/ y los toros bravos, bueyes./ Aquí todos somos reyes/ y todos somos vasallos".
29 de Septiembre, 2008 · Paraguay

Transchaco Rally: Llamen al... ¡¡¡¡¡¡Capitán Cavernícolaaaaaaaaaaaa!!!!


Que quede bien claro que no tengo demasiadas simpatías por nuestro joven secretario de emergencia nacional, señor Camilo Soares, ni mucho menos por su partido, que me parece un hatajo de castrochavistas sabelotodos, charlatanes y figurettis. Pero al César lo que es del César, en el caso concreto del Transchaco Rally, nuestro don Camilo (vivimos en el "Reino de Alrevés" y un cura desempeña el papel de don Peppone) tiene, como dicen los españoles, "más razón que un santo". Así de simple. Pero parece que una pizca de sentido común basta para que, por estos lares, se arme la podrida.

Hace años que se viene diciendo que el dichoso rally constituye una agresión contra un ecosistema frágil y único en el mundo y, lo que es peor, una agresión contra las comunidades nativas de la zona, que se ven obligadas a soportar las "gracias" de los aficionados. Hasta hoy a nadie le ha importado por que, en esta república de opereta en que vivimos, los indios tienen los mismos derechos de un brócoli y los genios que nos gobiernan seguramente dirán que no es tan grave que se destruya el medio ambiente por que, total, todavía quedará el otro medio.

Así, ante la modesta perspectiva no de suspender sino de, simplemente, posponer esta jornada de "sano esparcimiento", un montón de papanatas se rasgan las vestiduras y advierten que se nos viene encima la dictadura de los zurdos. Lo gracioso es cómo se lleva la discusión para el lado de los tomates. Revisemos un poco.

He de confesar que Alfredo Jaeggli -esa suerte de Humpty-Dumpty criollo adicto a la pornografía- es un parlamentario que me resulta simpático, ya que, con sus disparates y salidas de tono, contribuye a dar a nuestra Honorable Cámara de Senadores el toque circense que reclama cualquier parlamento que se precie. Pero, por simpático que resulte, hay que decir que está apuntando fuera del excusado cuando dice que él puede, si quiere, quemar su dinero o comérselo con papas. Hasta donde sé nadie ha dicho que, con la actual sequía, la realización del rally deba suspenderse por que tal derroche sería hiriente y ofensivo para los damnificados (podría decirse que el Mundo vive en una catástrogfe perpetua y que, por tal razón, toda diversión debería suprimirse). El tema en cuestión no es el deber de socorro, sus alcances y limitaciones (el "¿soy yo guardián de mi hermano?") sino si la competencia automovilística interferirá o no con las labores de ayuda a los afectados, así como el impacto que el rally tiene en la zona. El gordinflón tiene derecho a quemar su dinero, qué duda cabe. A lo que no tiene derecho es a obligar a otros a respirar el humo de tal hoguera, más aún si esos otros están pasando hambre y sed.

Menos simpático pero, quizás, más cómico resulta un curioso especimen de homo sapiens -digo, es un decir- que responde al nombre de Alberto Vargas Peña, curioso personaje que no tiene empacho en presentarse como guardián y heredero de la tradición liberal y, al mismo tiempo, ser el lacayo, digo el chupamedia, digo el brazo derecho de un empresario metrido a político proveniente del círculo stronista y adicto a la ubre estatal como Osvaldo Domínguez Dibb. El mismo escribe -digo, es un decir-  un editorial en el diario La nación que, lastimosamente, me resulta imposible de encontrar en la red en este momento. Sin nombrarlos critica a quienes "idealizan y defienden el Neolítico". Ya se ve por dónde van los tiros. Decir que no es muy bonito ni muy cristiano ni muy propio de hombres bien nacidos eso de civilizar a los aborígenes chaqueños a punta de despojos, alcohol y sobreexplotación es defender el Neolítico. Pero lo más chistoso de todo es cómo nuestro intelectual describe el Neolítico. Según este genio, en aquella tenebrosa época los hombres conseguían esposa de un garrotazo. Poco le faltó para decir que la gente viajaba en troncomóvil, se comunicaba por cuernófono y comía brontoburguesas. Por ese camino va a terminar identificando a Camilo Soares con el malvado Pierre Nodoyuna, empeñado en sabotear la carrera de los Autos Locos. A juzgar por el estado en que parece cconcebir sus escritos se le diría fan del Alambique Veloz. Lo más triste del caso es que, en nuestro mundillo político, no se ve a nadie que se parezca ni un poquito a Penélope Glamour.

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publicado por tsekub a las 21:32 · Sin comentarios  ·  Recomendar
 
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