En mayo se celebra el 1 de mayo, Día del trabajo, en conmemoración de la gran huelga que reclamaba las 8 horas de jornada laboral. Este movimiento reivindicativo terminó, como bien se sabe, con la ejecución de los famosos Mártires de Chicago. En el patíbulo, uno de ellos saludaba a los luminosos días del porvenir en que su silencio sería más poderoso que sus voces próximas a ser estranguladas y en que, por fin, habría justicia bajo la bóveda celeste. Murieron ya sus hijos. Y también sus nietos. Quizás quede por ahí algún bisnieto.
"¿Proletarios, por qué estos odios?/ ¿No somos, acaso, todos iguales?"
El 2 de mayo de 1808 fue el alzamiento del pueblo español contra las tropas de ocupación napoleónicas. Un pueblo humilde y atrasado se levantaba contra la prepotencia de un imperio. Al frente de este pueblo, curas fanáticos que despotricaban contra la Ilustración y los derechos humanos y que gritaban "¡vivan las cadenas!" El fundamentalismo más delirante y retrógado defendiendo, sin embargo y por muy cavernario que pudiese parecer su discurso, una causa justa. Menos mal que tan ridículas paradojas ya no ocurren ahora.
Hace 40 años ya fue el Mayo Fancés. Es importante por que se trató de un movimiento radical nacido en el seno de un país desarrollado y en un momento de gran bonanza. Lo que significa que, a pesar de todo, "algo" -no se sabe bien qué- no estaba bien. Es frecuente, entre los intelectuales de derecha, desestimar este movimiento como un "berrinche de niños mimados". ¿Y qué si lo fue? Yo no desestimaría tan alegremente los "berrinches de niños mimados". Ser mimado no es ser respetado y ser consentido no es ser tratado con justicia.